6. Acuérdate de la decisión que tomaste y ten frente a ti la imagen del Crucificado. Tendrás mucho de qué avergonzarte al considerar la vida de Jesucristo, dado que aún no te preocupaste por parecerte más a él, a pesar del mucho tiempo que estás a su servicio.

El religioso que, intensa y devotamente, profundiza la santísima vida del Señor y su pasión, hallará en abundancia todo lo que le puede ser útil y necesario, sin tener necesidad de buscar algo mejor fuera de Jesús. Si Cristo crucificado fuera dueño de nuestro corazón, ¡qué pronto y qué bien seríamos adoctrinados!

Lea también: Así como tus ojos observan a los demás, del mismo modo los de tu prójimo se fijan en ti

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.