7. El religioso lleno de fervor todo lo soporta santamente y acepta todo lo que le mandan; en cambio, el negligente y tibio sufre una angustia tras otra y cualquier cosa lo amarga porque carece de consuelo interior y el exterior le está vedado.

El religioso que vive fuera de la disciplina se expone a grandes caídas. El que busca lo más fácil y lo más cómodo tendrá una continua incertidumbre porque no le dará satisfacción ni lo uno ni lo otro.

Lea también: Si Cristo crucificado fuera dueño de nuestro corazón, ¡qué pronto y qué bien seríamos adoctrinados!

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.