6. Ciertamente es duro abandonar una costumbre, pero todavía más difícil es ir en contra de la propia voluntad. ¿Si no vencemos las cosas pequeñas y fáciles, cuándo triunfarás de las difíciles? Resiste desde el principio a tus inclinaciones y abandona los gustos personales para que, poco a poco, no caigas en una situación más comprometida.

Si comprendieras cuánta paz conseguirías tú y cuánto gozo proporcionarías a los demás llevando una vida entregada al bien, pienso que serías más solícito en el progreso espiritual.

Lea también: Si cada año desarraigáramos un vicio, pronto seríamos perfectos

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.