2. Si me quieres ver sumido en tinieblas, bendito seas, y si quieres verme inundado de luz, también seas bendito. Si te dignas consolarme, loado seas por siempre.

Lea también: Capítulo 17|Toda preocupación debe dirigirse a Dios

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.