4. Consuela mi destierro, mitiga mi dolor, ya que todos mis anhelos se dirigen hacia ti. Todo lo que el mundo me ofrece como alivio, resulta para mí una carga pesada. Deseo disfrutarte íntimamente, pero no puedo conseguirlo. Quiero unirme con las cosas celestiales, pero me atraen las terrenales y las pasiones no domadas. Con el espíritu aspiro ponerme por encima de los bienes materiales, pero por la naturaleza estoy obligado a someterme a ellos.

De esta manera yo, hombre infeliz, lucho conmigo mismo y me he hecho un peso para mí (Job 7, 20), mientras el espíritu tiende a lo alto y la carne me arrastra hacia la bajeza.

Lea también: ¿Cuándo terminarán estos males?

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.