67. Y para obtener de vuestra misericordia una verdadera devoción a vuestra Santísima Madre, e inspirarla a toda la tierra, haced que os ame ardientemente, y recibid para ello la súplica ardiente que os hago con San Agustín y vuestros verdaderos amigos:

“Tu es Christus, Pater meus sanctus, Deus meus pius, rex meus magnus, pastor meus bonus, magister meus unus, adjutur meus optimus, dilectus meus pulcherrimus, panis meus vivus, sacerdos meus in aeternum, dux meus ad patriam, lux mea vera, dulcedo mea sancta, via mea recta, sapientia mea praeclara, simplicitas mea pura, concordia mea pacifica, custodia mea tota, portio mea bona, salus mea sempiterna…

“Christe Jesu, amabilis Domine, cur amavi, quare concupivi in omni vita mea quidquam praeter te Jesum Deum meum? Ubi eram quando tecum mente non eram? Jam ex hoc nunc, omnia desideria mea, incalescite et effluite in Domine Jesum;currite, satis hactenus tardastis; properate quo pergitis; quaeriti quem quaeritis. Jesu qui non amat te anathema sit; qui te non amat amaritudinibus repleatur… O dulcis Jesu, te amet, in te delectetur, te admiretur omnis sensus bonus tuae conveniens laudi. Deus cordis mei et pars mea, Christe Jesu, deficiat cor meum spiritu suo, et vivas tu in me, et concalescat in spiritu meo vivos carbo amoris tui, et excrescat in ignem perfectum; ardeat jugiter in ara ordis mei, ferveat in medullis meis, flagret in absconditis animae meae; in diae consummationis meae consummatus inveniar apud te. Amen.

[“Tú eres, ¡oh Cristo!, mi Padre santo, mi Dios misericordioso, mi rey poderoso, mi buen pastor, mi único maestro, mi mejor ayuda, mi amado hermosísimo, mi pan vivo, mi sacerdote por la eternidad, mi guía hacia la patria, mi luz verdadera, mi dulzura santa, mi camino recto, mi sabiduría preclara, mi humilde simplicidad, mi concordia pacífica, mi protección total, mi preciosa herencia, mi salvación eterna.

¡Cristo Jesús, señor amabilísimo! ¿Por qué habré deseado otra cosa en mi vida fuera de Ti? ¿Dónde estaba yo cuando no pensaba en Ti? Deseos todos de mi corazón, inflámense y desbórdense desde ahora hacia el señor Jesús; corran, que mucho tardaron ya; apresúrense hacia la meta, busquen al que buscan.

¡Oh Jesús! ¡anatema el que no te ama! ¡rebose de amargura quien no te quiera! ¡Dulce Jesús, que todo buen corazón dispuesto a la alabanza te ame, se deleite en Ti, se admire ante Ti!

¡Dios de mi corazón y porción mía, Cristo Jesús! Que desfallezcan los alientos de mi pecho y vivas Tú en mí, y se enciendan en mi espíritu las brasas vivas de tu amor, creciendo hasta convertirse en fuego perfectísimo; que éste arda siempre en el altar de mi corazón, hierva en mis entrañas e incendie lo íntimo de mi alma, para que en el día de mi muerte me presente ante Ti consumido por tu amor. Así sea.”]

He querido poner en latín esta oración de San Agustín a fin de que quienes lo entiendan, la recen todos los días para suplicar el amor de Jesús que buscamos por medio de la divina María.

Fuente: Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen María y el Secreto de María

Lea también: