Las fiestas populares siempre han estado presentes en las sociedades humanas. Entre los pueblos de cazadores y recolectores, siempre que el fruto de la búsqueda de alimento fuera propicio, se producían grandes fiestas entre estas comunidades.

Posteriormente, al aparecer la agricultura, se celebraban grandes fiestas cuando la cosecha era recogida para agradecer a los dioses de la fertilidad. Ceres, Afrodita, Dionicio y Diana eran dioses a los que las antiguas sociedades tendían culto por el beneficio de las cosechas y de la alimentación y a ellos se dedicaban las grandes bacanales por creerse que eran portadores de la fertilidad, no solo de la tierra, sino de los seres humanos.

Estas festividades pasaban de un imperio a otro y en Roma era común celebrar Las Saturnales, fiestas dedicadas a Saturno, de allí pasaron al resto de Europa y se mantuvieron como un legado cultural en todos los países hasta la actualidad.

De dichas Saturnales nacieron los carnavales que se celebran por todo el mundo, no ya para agradecer a la tierra su fertilidad, sino como simples jolgorios donde la sociedad desahoga sus pasiones reprimidas durante un año.

En España era común celebrar el día de San Juan, tradición que pasó a nuestra América y que se siguió celebrando hasta muy avanzado el siglo XIX en el interior del país, pero que aún se sigue celebrando en la costa Caribe.

Nuestra región, y en particular Sonsón, heredaron estas tradiciones populares de los españoles, y desde comienzos de la fundación de nuestro municipio, hemos celebrado casi que sin falta varios jolgorios en distintas fechas y con distintos nombres, pero que siempre ha sido el mismo espíritu fiestero heredado, tanto de españoles, como de indígenas.

Para Sonsón han sido las fiestas de la plaza, dedicadas a San Juan Bautista, las fiestas de San Pedro y San Pablo, Regocijos Públicos, los Juegos Florales y la Fiesta del Maíz.

Iniciemos hablando un poco de las festividades de la plaza. Estas fiestas al parecer se celebraban en la localidad desde su fundación en 1800 o en los primeros años de su existencia. Se celebraban el 24 de junio de cada año y había grandes fogatas, música, bailes, todo acompañado por una banda pueblerina, la de El Gigante, que se encargaba de darle el tono de alegría a estas fiestas.

Para el 29 de cada año se celebraban también las fiestas de San Pedro y San Pablo. En ellas había riñas de gallos, carreras de caballos, corridas de toros y toda clase de diversiones y eran amenizadas por la misma banda de El Gigante. Al parecer, estas fiestas eran continuación de las fiestas de la plaza, pues la proximidad entre ambas fechas así lo hace pensar.

Suspensión de las fiestas de la plaza y de San Pedro y San Pablo

En 1872, un decreto del alcalde cortó de un tajo esa vieja costumbre. Este fue el decreto fiesticida:

“Manuel Botero V. jefe municipal suplente del Distrito de Sonsón decreta: Art. 1° No habrá en el presente mes, las fiestas y regocijos públicos que ha sido costumbre celebrar en este distrito en honor a San Pedro y San Pablo; por consiguiente, no se concede permiso para ellas. Art. 2. Toda persona forastera que se presente en esta población, será llamada inmediatamente a la alcaldía, para tomarle residencia del objeto que le haya traído, y si no manifestase una ocupación honrada, se le perseguirá como vago. Dado en Sonsón, a 9 de junio de 1872″.

El alcalde solo habla en su decreto de las fiestas de San Pedro y San Pablo; no sabemos si las de la plaza ya habían desaparecido o como lo afirmamos más arriba, ambas fiestas se habían convertido en una sola. Al parecer, el motivo para clausurar estas fiestas fue una epidemia de viruela que se presentaba en la población, pero es de anotar que se vivían tiempos de guerra, ya que pocos años atrás, en 1867, terminaba la guerra civil iniciada por Tomas Cipriano de Mosquera en el Cauca y que lo llevó a la Presidencia de la República entre 1861 y 1864, pero continuando en el poder su proyecto de Liberalismo Radical hasta 1885.

Las medidas de Mosquera acerca de la Ley del Tuición, que obligaba a todos los curas a someterse a la voluntad del gobierno, y la persecución a los curas que se inició por esta causa durante la vigencia del Liberalismo Radical, crearon una atmósfera de inconformidad en el departamento del Sur al que pertenecía Sonsón en esa época, y en toda la región en general.

La situación social y política siguió muy difícil para pensar en fiestas populares, pues Tomas Rengifo, gobernador de Antioquia, invadió a Abejorral y Sonsón en 1879 para conjurar un movimiento en su contra que se gestó en Sonsón precisamente, y en la Batalla de Roblalito derrotó a las fuerzas insurrectas, quedándose en Sonsón mientras sometía a los rebeldes.

Finalmente, la caída del Liberalismo Radical en 1885 y la muerte de Mosquera, cambiaron el clima de intranquilidad que se respiraba en esta región, pero no definitivamente.

No sabemos cuándo se reiniciaron los jolgorios populares, pero en una resolución del alcalde de Sonsón, señor Manuel T. Botero, del 26 de diciembre de 1896, pedía la organización de un cuerpo de policía “compuesto hasta de 100 individuos bajo las órdenes del alcalde, en orden a la especial vigilancia durante los días 28 al 30, dedicados a regocijos públicos”.

El número de efectivos pedidos por el alcalde nos indica la magnitud de los jolgorios y hasta nos indica que ya se venían celebrando con anterioridad, pero en esta ocasión trasladados para diciembre. Tampoco tenemos noticia hasta cuando llegaron estas fiestas populares, pero la pobreza que generó en nuestros pueblos la guerra civil de Los Mil Días, posiblemente les puso fin.

Continuará…

Por:

Alberto José Londoño Jaramillo

Historiador, presidente del Centro de Historia de Sonsón y vigía del Patrimonio de la SMP.