4. Los que, por los hombres, fueron estimados como los mejores, muchas veces han caído en graves faltas por la demasiada confianza en sí mismos. Por lo cual, a muchos les conviene no verse totalmente eximidos de las tentaciones y tener que luchar contra ellas, para que no sean muy confiados, ni se vuelvan más soberbios o se lancen desenfrenadamente a conseguir consuelos exteriores.

¡Qué conciencia limpia tendría el que nunca buscara consuelos transitorios y nunca se dejara dominar por el mundo! ¡Qué paz profunda y qué sosiego poseería aquel que renunciara a cualquier cuidado superfluo y solamente meditara en temas relacionados con Dios y la salvación de su alma y afirmara toda su esperanza en Aquel que nos ha creado.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.