2. Hay muchos que cuando las cosas no les suceden a su gusto se vuelven inquietos o negligentes. No siempre está en la mano del hombre determinar el propio camino. Solamente a Dios pertenece el dar y consolar cuando quiere, a quien quiere, y en la forma que quiere.

Algunos incautos se perdieron por abusar del donde la oración, porque quisieron hacer más de lo que podían y, sin tener en cuenta la medida de su pequeñez, siguieron más el deseo de su corazón que el juicio de la razón. Ellos, por haber presumido hacer cosas más grandes de las que Dios quería, perdieron pronto la gracia. Por haber puesto su nido en el cielo, se quedaron con las manos vacías y abandonados a su miseria, para que, humillados y despojados, aprendieran a no volar con sus propias alas sino a esperar confiados debajo de las mías.

Los nuevos e inexpertos en la senda del Señor, si no se guían por el consejo de personas prudentes, fácilmente puedan errar el camino y despeñarse.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.