5. Qué lindo es y cuánta paz produce guardar silencio acerca de los demás, no creer todo indistintamente y no contarlo con ligereza a los otros en la primera oportunidad; abrir el propio corazón a pocos; buscarte siempre a ti que conoces el interior de las almas; no dejarse arrastrar por cualquier viento de palabras, sino desear que todo, dentro y fuera de ti, se cumpla según tu voluntad.

Para guardar la gracia celestial muy seguro es huir las apariencias humanas, no ambicionar lo que externamente causa admiración y seguir con todo cuidado lo que asegura la enmienda de la vida y el aumento del fervor.

¡Qué lamentables consecuencias ha tenido para muchos una virtud por todos conocida y muy pronto ensalzada!

Por el contrario, de cuánta utilidad fue una gracia conservada en silencio durante esta frágil vida de la cual, con razón, se afirma que es toda tentación y lucha.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.