4. En esta vida, toda obra, por buena que sea, se junta con alguna imperfección; y todo razonamiento, por profundo que sea, no va exento de oscuridad. Por lo tanto el humilde conocimiento de ti mismo constituye el camino que te llevará más seguramente a Dios que una docta discusión filosófica.

Desde ya la ciencia no es una culpa, y menos todavía el simple conocimiento de las cosas -que es, en sí, un bien y es ordenado por Dios-, pero siempre es preferible la recta conciencia y la vida virtuosa.

Muchos se extravían y no producen frutos buenos, o producen muy pocos, porque se preocupan más en adquirir la ciencia que la santidad de la vida.

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Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.