3. Ojalá pudiera quemarme totalmente en tu presencia, consumirme y transformarme en ti; de suerte que sea un solo espíritu contigo por la gracia que produce esa unión íntima y por la efusión que causa el amor ardiente.

No permitas que me separe de ti en ayunas y árido; usa conmigo misericordia como tantas veces la mostraste de un modo tan portentoso con los santos.

Siendo tú un fuego que siempre arde y nunca se extingue, un amor que purifica los corazones y alumbra las inteligencias, ¡qué maravilloso sería que al acercarme a ti me quemase enteramente en tu fuego y dejara de ser yo mismo para transformarme en ti!

Lea también: Inflama mi frialdad con el fuego de tu amor

Fuente: Tomas de Kempis. La Imitación de Cristo. Edición Paulinas.