Por: José Fernando Botero Grisales

«La palabra vive porque el ser humano la ha escogido como su compañía, la ha unido a su alma, a su cuerpo, a sus objetos, a sus acciones. Sin ella todo sería más frío… Con la palabra la memoria deja de ser individual y pasa a ser colectiva, y cada ser humano comienza a ser protagonista de la historia, aporta a su construcción y posteriormente a su narración.«

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“La otra cara de Sonsón es La Jonda”

En una de las tantas fotografías existentes en las paredes de La Jonda, hay un cuadro enmarcado con fotografías que tiene pegada al lado de su marco un cordón y éste a su vez tiene amarrado una lupa pequeña, junto a ella está ubicado un letrero pequeño que dice: Lea con atención: La vejez no viene sola…

Las fotos son de varias familias de finales de siglo XIX, principios del XX, la particularidad de estas familias es que se pueden contar a más de 30 personas entre bisabuelos, abuelos, hijos, nietos, bisnietos y hasta tataranietos. Y este mensaje lo ha comprendido muy bien don Gilberto Bustamante dueño de La Jonda, que hasta el momento tiene 20 hijos de los cuales se siente muy feliz y orgulloso.

“Yo tengo una familia grande, una familia conformada por 20 hijos con cuatro señoras, pero la clave con los hijos es darles el mantenimiento que requieren, el cariño de padre, buscar que la madre también les muestre cariño y la educación que uno les de. Ya de mis hijos hay un sacerdote, una odontóloga, un decorador de interiores y ahí todos ya se defienden… la menor es esta niña de cuatro años”.

La Jonda casi siempre está abierta para que la conozcan propios y extraños, encima del bar esta la casa de don Gilberto y de su familia, si uno llega y está cerrado, no haga más que tocar el timbre, allí se encuentran atentos para abrirles La Jonda a las personas que vienen a Sonsón a recorrerlo y a conocerlo.

Cuando se llega a La Jonda lo primero que uno observa es que al frente del mostrador, en vez de sillas o tabretes, lo que hay son unas monturas, ahí se sienta uno a conversar con don Gilberto quien es un amante apasionado de la historia y de los objetos, nos cuenta por ejemplo: “el último objeto que conseguí fue ese pilón, para pilar entre dos personas, para vaciarle de una, un almud de maíz”. Sus años le han otorgado cierta sabiduría que le han permitido entender que cada uno de los objetos allí presentes poseen su propia historia, tuvieron sus dueños, cumplieron en vida las funciones para lo cual fueron creados y por ende su historia es necesario saberla, pero lo mejor es sin duda compartirla con quién llega a preguntarla.

En La Jonda se toma cerveza, aguardiente, ron y brandy, el lugar es amplio, pero dificulta a la vista del observador acostumbrarse de inmediato a estar en este bar, pues no es un bar cualquiera, es un bar museo, aquí se encuentran más de dos mil objetos de los siglos XIX y XX de la vida urbana y rural de Sonsón, como dicen por ahí, pregunte por lo que no vea… pregunte por lo que ve… que para todo puede haber una respuesta… y nos cuenta don Gilberto “Aquí seleccionados los artículos no están, pero uno los va poniendo para que la gente los observe”.

El origen del nombre de La Jonda, comenta don Gilberto, nació: “de una tía mía que se llamaba Asunción Bustamante, cuando vivíamos en un sector que se llama Los Aguacates (vereda Arenillal, Los Medios), estaba yo muy chiquito, la tía mía me decía: – Vea Gilberto, vaya a La Jonda y me trae una libra de arroz, una libra de sal y una media de pretolio. Y entonces yo de ahí rescaté el nombre de La Jonda”.

¿Y porqué le dio a don Gilberto por coleccionar objetos?, y él contesta de inmediato: “Vea esa pregunta se la respondo si usted me responde otra pregunta, ¡listo!… ¿cuánto dura una bacinilla?… pues sino sabe yo le voy a decir… una bacinilla dura cien años… cincuenta sirviendo debajo de una cama y otros cincuenta sirviendo de matera, cómo esas que hay ahí colgadas. Yo alguna vez pensé que todos los objetos que utilizaron los campesinos y la gente del pueblo, duraran y perduran, y la única forma que encontré fue esta, colgándolos, porque la gente dejan acabar las cosas y cuando se acaban las cosas también se va
acabando la historia”.

Hace alrededor de doce años que nació La Jonda y cuando don Gilberto empezó a colgarles cositas por todos lados, la gente se burlaba él, lo tildaban de loco, pero don Gilberto sabía lo que estaba haciendo y así, poquito a poco, siguió para delante y mire ahora donde va…

Don Gilberto nos cuenta entre cerveza y cerveza, “este negocio ha crecido mucho y a la gente le ha gustado mucho, aquí tenemos artículos muy novedosos, cosas muy antiguas, por ejemplo esa nevera tiene cien años y funciona con petróleo y electricidad, tenemos una plancha que pesa ocho kilos y medio, se demora una hora pa’ calentarse y cuatro pa’ enfriarse y así por el estilo hay mucha novedad».

Don Gilberto es tan aficionado a coleccionar objetos que hasta ha llegado a lo terrenos de la música, en estos doce años ha venido recolectando música vieja, hasta se ánima y nos chicanea con su gran colección diciéndonos: “la música que tengo acá, no la escucha usted en medio año escuchando doce horas por día”; aquí encontramos diversos formatos, discos de 16, 33, 45 revoluciones, casetes, y ya dice hasta orgulloso que tiene discos compactos y es donde nos muestra una radiola muy antigua y nos cuenta su historia: “esta es una historia muy bonita… eran de cuerda, yo las conocí con el nombre de arto fónicas, las utilizaban mucho en el campo para las fondas que habían y si se presentaba una serenata, se la echaba uno al hombro». Después de eso vino radio Sutatensa, que era un radiecito que no cogía sino esa emisora y venía también una cartilla y venían unos discos, el líder del barrio o la vereda escogía algunos alumnos y entonces ahí estaba el radio, las cartillas y los estudiantes y a aprender a leer y a escribir… este material se encuentra hoy en día en La Jonda.

Don Gilberto comienza a describirnos como está distribuido el espacio de La Jonda: “en la Jonda tenemos el cuartico para los enamorados, no es un reservado, está para que los enamorados se den los besitos… tenemos la sección de campo donde está la herramienta con que se trabajaba ahora años, pa’ los que no la conocieron, tenemos el cuarto donde está la lavadora vieja, donde está la nevera vieja, donde está la rueca, el escaparate antiguo, el sanitario de ahora años que lo llamábamos letrina. Esta un patio de baile, una cocina vieja que sirve para preparar alimentos en las festividades, por ejemplo en las Fiestas del Maíz.

En las paredes de los cuartos hay objetos que asombran al visitante cuando lo observan, por ejemplo un cuarto donde se encuentra una sección de fotografía política, los presidentes viejos, los personajes ilustres, cuando venían a Sonsón, además una sección reciente con las historias locales, de cada una de las elecciones, cuenta por ejemplo quienes fueron los famosos “quemados”, los que no alcanzaron a subir al poder, aspirantes al concejo y a la alcaldía municipal de Sonsón, frente a este particular tablero nos cuenta don Gilberto: “a mi me gusta mucho la fotografía, sobretodo la gente que tuvo historia en Sonsón, yo la colecciono”.

Y es que a don Gilberto le encanta la política, la entiende bien, se sabe mover en ella, sabe que sin estar en la colada pocas cosas se pueden hacer a favor de la comunidad, esto lo ha llevado a estar en la Junta de Acción Comunal donde actualmente es su presidente, las reuniones generalmente las realizan en el patio de baile de La Jonda. Él como presidente es hombre muy animado, no falta en cada navidad las pailadas de natilla, los sartena’os de buñuelos, las famosas novenas, los tradicionales regalos para los niños y el marrano con helecho en media calle. En las mañanas suele salir don Gilberto a visitar las diferentes instituciones a gestionar y jalonar recursos para su barrio La Calzada.

Siempre que se está en la Jonda se ha de preguntar sobre la historia de Tierra Baja, a lo cual este protagonista está íntimamente ligado, al respecto nos cuenta: “Esto se llama hoy La Calzada, de aquí pa’ atrás fue Tierra Baja, Tierra Baja se dice muy fácil, pero contar su historia es muy bonita… yo tuve un negocio durante 21 años, se llamaba Sala de Reinas, era a su vez restaurante y cantina, yo mataba un marrano de ochenta o cien kilos para vender el fin de semana. Yo conocí a Tierra Baja con 28 cantinas, 130 mujeres, había una cárcel con seis calabozos y un consultorio médico, esa era la zona de tolerancia en Sonsón y se mantenía muy concurrida porque de aquí pa’ arriba no permitían a ninguna mujer trabajando en cantinas y si veían alguna en una cantina por el centro de la ciudad, ahí mismo llegaba la policía y le decían: o se va para Tierra Baja, ó se va para la casa, y ellas decían, entonces llévenme pa’ Tierra Baja, ó llévenme pa´ la casa… y si escogían Tierra Baja me la llevaban a mí y yo les decía, llévenla pa’ tal parte, pa’ tal cantina”.

“Ya de tierra baja no hay nada… todo es historia, hoy este barrio se llama La Calzada, lo único que queda de Tierra Baja es lo que se ha rescatado en la Jonda y las historias. Aquí en La Jonda tengo fotos, artículos de esa zona, mesas donde atiendo a la gente, discos de los que sonaban en esas cantinas, un cuaderno con la lista de los apodos de las prostitutas con sus respectivas cualidades: por ejemplo la cucaracha que es muy aseada, la flota que era la que hacía los mandados a toda Tierra Baja y así por el estilo… además de tierra baja tengo un cuadro que lo guardo con mucho cariño y que a la gente le llama la atención es una fotografía de mi cantina, ahí estaba yo con mi harem de mujeres, mucha gente le pone cuidado a la recua de mujeres con que estaba acompañado ahí, pero lo más notorio de ese cuadro es que hay un letrero que dice: De mi te olvidarás, pero no de lo que hicimos.”

Y ahí, entre trago y trago de cerveza se van desgranando historias de Tierra Baja y del Sonsón del ayer, ese que está sumergido en la memoria de muchos, pero que pocos por unas u otras situaciones no cuentan.

Don Gilberto se ánima y cuenta la historia de un señor muy rico de Sonsón: “De los tipos que más bebían… era don Felipe Botero. Yo lo veía cuando aún era un niño. A él le gustaba venirse desde la Iglesia del Carmen, llegaba a una cantina y si estaba llena de gente decía: trago pa’ todo mundo… y acababan de tomarse todo y decía: –vamos pa’ la otra cantina–. Siempre llegaba en un caballo muy hermoso y dos perros grandes, tan grandes como dos terneros, cuando se bajaba del caballo, el cabestro se lo encargaba a un perro en el anden y él se entraba pa’ la cantina y ahí se sentaba el otro perro al pie de él a cuidarlo. Después de beber y beber arrancaban hasta un sector que se llamaba Puente Tierra, donde eran por lo menos doce cantinas ya más rurales y todas las desocupaba de trago, en unas partes pagaba y en otras no, lo de él era plata fija y se iba pa’ la parte del campo, de fonda en fonda, entraba a una fonda que se llamaba Las Carlinas, y si había gente esperándolo para ponerle problema… él no era cualquiera… al que le faltara le sacaba el revolver y le daba candela”.

Don Gilberto Bustamante es un sonsoneño digno de reconocer por su gran legado de historia y tradición a través de La Jonda, que si bien no posee las técnicas de un museo, si puede afirmarse como uno de los lugares que más objetos e historias de la palabra misma de su recolector, puede haber en Antioquia. Hoy una cultura se mantiene en construcción diaria a través de este defensor del patrimonio, Don Gilberto sabe de sobra que el olvido es una sombra negra que nos come y nos convierte en seres indiferentes al pasado. Por ello cumplió su sueño con La Jonda como un bar donde ir a charlar, beber, recordar, aprender y conversar con su dueño… y así podemos terminar este relato con un volante que un turista enamorado de La Jonda mandó a hacer hace algún tiempo:

“·La otra cara de Sonsón es La Jonda:
El lugar de añoranza, nostalgia y recuerdos.
El más hermoso anticuario del municipio de Sonsón,
Administrado por su propietario, disfrute de un lugar acogedor y ameno.

Estamos ubicados a cuadra y media de la hermosa Parroquia del Carmen.

Recuerde: si estuvo en Sonsón estuvo en La Jonda, sino estuvo en La Jonda no estuvo en Sonsón.”