La conservación del medio ambiente, sin duda, es uno de los objetivos de hoy. Pero, ¿cómo acabar con tanta mediocridad? ¿Cómo hacer para que las personas adquieran buenos hábitos y costumbres amigables con el ambiente?

Actualmente vivimos una crisis de valores y malos hábitos que traspasaron el límite y ahora abarcan otras esferas de la vida, como el medio ambiente, la religión y la política.

Vivimos inmersos en un campo social afectado por los sentimientos propios de cada individuo, que de acuerdo a sus vivencias y al estilo de vida, lo va modificando. Abundan los buenos sentimientos que nos abarcan y engloban en una rima positiva, donde somos respetuosos con el otro y lo otro, cultivamos los valores y apreciamos el amor.

Pero existen sentimientos antagonistas que alteran el comportamiento social de las personas y van distorsionando las relaciones sociales, el medio ambiente, la religión y la política.

Podríamos pensar que la vida no tiene ningún sentido. Sin embargo ella nos muestra que anteponerse a los obstáculos y luchar para conquistarlos es el verdadero sentido que debemos buscar en la vida.

Pero la crisis de valores irrumpe la cotidianidad y se refugia en las malas acciones obligando a los seres humanos a actuar sin inteligencia y en contra de su propia vida y su bienestar.

Cuando no planificamos bien nuestras acciones, por más rápido que lo digamos, si no están bien ordenadas las ideas, el resultado seguirá siendo el mismo. La inmediatez de la vida no nos puede consumir el presente. Debemos vivir cada momento plenamente, actuando con diligencia, respeto y coherencia para que nuestras acciones estén bien elaboradas, repercutan positivamente en las personas y contribuya con el bienestar del planeta tierra.

Ahora, cuando actuamos con pertinencia y pensando en el otro, los otros, nos convertimos en ejemplo, y el buen ejemplo, contagia a los demás. Y ser ejemplo significa ser consciente de la responsabilidad que como personas tenemos para que otras personas imiten nuestras buenas actitudes. Cuando somos coherentes con lo que hablamos, decimos y hacemos, con seguridad, verán en nosotros la esencia y terminarán por adherirse o imitar nuestras buenas acciones para con el Planeta.

No nos podemos dejar llevar por la mediocridad y la velocidad que el tiempo actual nos vende, cuando lo hacemos, cometemos muchos errores que sin lugar a dudas repercuten en muchas personas y comunidades. El tiempo es ilimitado, hoy podemos actuar con verdadera convicción para lograr los cambios que necesitamos, pero si no lo hacemos, el tiempo seguirá aumentando su velocidad hasta quedar inmersos en una crisis global, a punto de terminar su ciclo natural.

El planeta se sigue calentando, los problemas sociales van en aumento y las acciones por el cuidado de los recursos naturales son pocas para detener el acelerado cambio climático. Hoy es cuando más debemos abonar el campo para que nuestros recursos naturales se conserven y alargue nuestra calidad de vida por miles de años.

Pero llevar a la vida cotidiana estos valores y normas de convivencia no es tan fácil como parece, en ellas encontramos el reto de abandonar nuestras malas costumbres y desde nuestro hogar contribuir con pequeñas acciones, para que juntos un día, podamos caminar por los senderos de la verdad, la justicia, la libertad y el amor.

Así que, amigo seguidor, dejemos la indiferencia y actuemos en favor de nuestra vida y la de las generaciones que vienen.