Capítulo 14 | El anhelo ardiente de algunos devotos por recibir el cuerpo de Cristo
1. ¡Qué grande es la bondad, Señor, que reservas para los que te temen! (Sal. 30, 20). Cuando pienso, Señor, en las almas piadosas que se acercan a tu sacramento…
1. ¡Qué grande es la bondad, Señor, que reservas para los que te temen! (Sal. 30, 20). Cuando pienso, Señor, en las almas piadosas que se acercan a tu sacramento…
3. ¿Hay otra gente tan gloriosa como el pueblo cristiano? Bajo el techo de este cielo, ¿hay otra criatura tan amada por ti como el alma devota en la cual…
2. Realmente tú eres mi amado, escogido entre miles (Cant. 5, 10), en quien mi alma se complace y quiere habitar todos los días de su vida. Verdaderamente tú eres…
1. Señor, ¿quién me concederá que te halle solo para abrirte todo mi corazón y poderte gozar como mi alma desea? Entonces nadie me despreciaría (cfr. Cant. 8, 1), entonces…
4. Es precioso no sólo que te prepares devotamente antes de comulgar, sino que procures conservarte recogido después de haber recibido el sacramento. Tan necesaria es la vigilancia después, como…
3. Cuando yo te conceda la gracia de la devoción, agradécela a tu Dios, que te la entregó no porque tú seas digno sino porque tiene misericordia de ti. Si…
2. Pero convéncete que no puedes llegar a esta preparación con el solo mérito de tus acciones y esto aunque te prepares un año entero sin tener que hacer otra…
1. Yo soy el que ama la pureza, yo soy el que da santidad. Busco un corazón puro: allí está el lugar de mi descanso. Prepara para mí una sala…
7. Los ojos de aquel que suele mirar el cuerpo de Cristo, debieran ser sin malicia y llenos de pudor; puras y continuamente elevadas hacia el cielo las manos que…
6. ¡Oh, qué grande y honroso es el misterio de los sacerdotes, a los cuales se les concede el poder de consagrar, con palabras sagradas, al Señor altísimo, bendecirlo con…